martes, 26 de octubre de 2010

Otro año sin reforma universitaria

El último 15 de junio se cumplieron 92 años de la Reforma Universitaria surgida en Córdoba. Este año el Congreso debería haber debatido una nueva reforma universitaria, para la cual existen varios proyectos en danza. Claramente, una vez más, no hubo espacio para aceptar un desafío, que probablemente sea el más decisivo para nuestro futuro como Nación: el de concebir una Universidad para el desarrollo, en la era global.

Uno de los problemas estratégicos más serios de la Argentina es el bajo nivel de capacitación de su población económicamente activa. Actualmente menos del 6% de nuestra población trabajadora posee un título universitario, contra más del 25% en cualquier país europeo o de América del Norte.
La diferencia es mucha, y se agranda cuando vemos nuestro desempeño en los últimos 70 años. En el Censo de 1947 esa proporción era del 1,7% y venimos creciendo a menos del 1% por década. Si esto se mantiene, tendremos que esperar 20 décadas para estar como Europa, Japón, o América del Norte hoy.
Cambiar la tendencia implicaría, por ejemplo, cuadruplicar nuestros egresados, y aún así nos estarían faltando 50 años. Y lo más preocupante es que el número de graduados está fijo alrededor de los 90.000 por año, desde el 2004. A este ritmo en realidad retrocedemos, porque la cantidad de gente que ingresa a la edad de trabajar sigue aumentando, y lo hace sin capacitación.
El problema no es sólo cuantitativo. Vocación individual aparte, nuestro país tiene el doble de médicos, abogados, y psicólogos de lo que necesita, y requiere con urgencia diez veces más ingenieros, químicos, físicos, matemáticos, y administradores. Por otro lado, debe cambiar la oferta de carreras; está demostrado que 70 a 80% de nuestros alumnos no permanece más de 3 años en la universidad. Luego se impone replantear el tipo de títulos que se otorgan; es preferible un título intermedio de bachiller universitario, similar al College americano, que luego será completado con un master específico dependiendo de la situación laboral individual, que un médico vendiendo equipamiento o un abogado administrando un sanatorio, actividades muy poco relacionadas a su extensa capacitación universitaria. Nuestra idea de “título profesional habilitante” ha quedado totalmente superada en el mundo entero, y la realidad productiva nos invita a cambiarla.
Además está demostrado que no es una cuestión de dinero. Producir un graduado genera a la sociedad un retorno del 20 al 30% anual sobre lo invertido, en mayor productividad y nivel salarial, según los cálculos del propio Banco Mundial entre otras investigaciones.
Un plan universitario serio tiene que multiplicar por cuatro la cantidad anual de egresados, debe cambiar la oferta curricular, debe dar vuelta como una media nuestros métodos pedagógicos en educación superior, y debe hacer fuerte hincapié en la investigación básica. Porque la Argentina produce unos 700 doctorados anuales, una cifra insignificante para competir en la sociedad del conocimiento; además, nuestra nación no aumenta sustancialmente su producción de trabajos científicos desde hace 10 años.  
Más allá de todo otro recurso, el crecimiento económico depende de personas concretas, con un conjunto de habilidades para generar valor en la sociedad. La instrucción superior tiene como principal misión brindar esas capacidades. En la Argentina la situación es muy seria, y con fuertes repercusiones a por lo menos, dos siglos vista.


sábado, 16 de octubre de 2010

La inflación de la edad y el 82% Móvil

En los últimos años cambió el concepto de envejecimiento en el mundo porque la población de mayor edad se vuelve cada vez más saludable. Esto permitiría replantear en la Argentina la edad de la jubilación, para que el 82% móvil lo puedan cobrar quienes se jubilen a partir de los 67 ó 68 años, lo que sería muy positivo para el ANSES, y el PAMI, y mejoraría el nivel de riesgo de las Obras Sociales. 


Uno de los últimos conceptos en materia de envejecimiento no surgió de la medicina sino de la economía. Se trata de la "inflación de la edad". Hoy, nuestro cuerpo puede darse el lujo de comprar años calendario a un costo biológico mucho menor que hace dos décadas. O dicho de otro modo, los años, médicamente hablando, pesan menos. Estas definiciones alternativas de vejez paradójicamente son más atractivas para la medicina y la formulación de política públicas que las provistas por la demografía clásica.
El problema surge de la misma definición de vejez. ¿Que entendemos hoy por envejecimiento? Para esta pregunta hay tres respuestas. En primer lugar, el ser humano sería viejo, con perdón de la palabra, por contar muchos años calendario en su haber. Una definición alternativa es considerar "viejo" a quien esta cerca del tiempo de morir de forma natural. Por ultimo, una persona se podría considerar mayor por el hecho de vivir bajo los efectos de las discapacidades propias de un cuerpo que involuciona. Estas tres definiciones afectan nuestra postura frente al problema del envejecimiento mundial. 
Si por “vejez” entendemos muchos años calendario, entonces el mundo, y particularmente Europa y China, envejecen a pasos acelerados; crece la proporción de personas de edad avanzada respecto de los jóvenes, debido fundamentalmente a que nacen menos personas, y las que hay demoran menos en morir. En los países desarrollados, en el año 2005 había tres personas en edad laboral (15 a 64 años) por cada mayor de 65 años. Esa relación será de uno a uno para el 2050.
Si por "viejo" en cambio, nuevamente con licencia del termino, entendemos alguien cuya muerte de causa natural esta cercana, el mundo desarrollado entonces, en realidad rejuvenece. Hoy en día una persona que cumple 65 años en Estados Unidos puede esperar vivir en promedio hasta los 84, mientras que en 1935 tendría que pensar en los 77 años. De hecho, la proporción de personas de 70 años que transitan sus últimos 5 años de vida esta disminuyendo. El japonés, italiano, alemán, o australiano que cumplió actualmente 65 años de edad, bien podría planificar sus próximos 25 años de vida, porque en promedio vivirá hasta los 90.
Finalmente veamos el caso de la incapacidad. Indudablemente con la edad el cuerpo humano involuciona en muchos aspectos físicos y mentales. Sin embargo este proceso es muy variable, y hoy, en los países desarrollados, el deterioro se enllentece. Ingleses y Americanos han comprobado que si bien cada vez tienen mas gente de edad avanzada, la proporción de personas que viven con discapacidades en relación al total de la población adulta se mantiene constante o tiende a disminuir. Es decir que la población envejece pero también, y en simultáneo, se vuelve mas saludable.
Dado que las edades calendario y biológicas ya no significan lo mismo, probablemente habrá que replantear la edad de jubilación, quienes pasan al PAMI, y demás. Por ejemplo, si el 82% móvil es impagable para quien se jubila a los 65, podría no serlo a partir de los 67 o 68 años. Además, la gente se quedaría mas tiempo en su obra social sin pasar al PAMI, y este sistema permitiría que todos sigamos activos algunos años mas, lo que agrega fuerza laboral a un país que la necesita desesperadamente dado su parva población.
Vejez saludable, un beneficio del desarrollo
Lamentablemente la mortalidad entre 65 y 74 años es de 23/1.000 promedio en Gran Bretaña y de 24,6/1.000 en la Argentina. Ahora bien, no solo la vida después de los 65 es mas corta en nuestro país, sino que ademas hay zonas y zonas. En el año 2008, según las Estadísticas Vitales del Ministerio de Salud, en ese rango de edades morían 19,6/1.000 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires contra 32 personas cada 1.000 en el Chaco, 29/1.000 en Misiones, 28/1.000 en Santa Cruz, y 27/1.000 en Formosa. Es decir que la probabilidad de morir entre los 65 y los 74 años de edad es un 50% mayor para los que viven en el Litoral (es parecido en el NOA) comparado con la Capital Federal. 
Si algunos argentinos privilegiados pueden tener mas años de vida saludable por delante, entonces todos podemos gozar de este privilegio propio de países desarrollados. Pero para lograrlo hay algunas tareas que realizar. Mantenerse laboralmente activo, practicar deportes, tener vida social y comunitaria, controlar el colesterol, la presión arterial, y el azúcar, no fumar, conducir con cinturón de seguridad, haber estudiado durante no menos de 12 años, y tener buenos salarios. Estos son los predictores de años biológicos muy caros en términos de años calendario. Contar 75 cumpleaños y que el cuerpo tenga en realidad 65 es un privilegio muy condicionado por factores sociales. Intervenir en este sentido es una prioridad. Después de todo, la inflación de los años es probablemente la única alza de precios que todos estaríamos dispuestos a votar.

domingo, 10 de octubre de 2010

Una Clase Trabajadora Educada

En un artículo publicado en el número de mayo/junio de Foreign Affairs, el presidente de la Universidad de Yale, Richard Levin, habla sobre el futuro de la Universidad en el Mundo, y particularmente el trabajo extraordinario que ha venido realizando Asia en materia de educación superior (post-secundario) de su clase trabajadora.
Detengamonos un segundo en la figura de Levin. El autor anunció hace unos años que Yale planeaba dedicar 250 millones de dólares a becas para atraer estudiantes de todo el mundo, América Latina incluída, a Yale. Como presidente de una de las cuatro mejores universidades del mundo, claramente intenta dar una impronta global a dicha casa de estudios. Ahora, en el artículo que comento, dedica varias páginas a estudiar el fenómeno Asiático.
El puente de unión entre ambas cuestiones lo menciona el propio autor en Foreign Affairs: "World Class Universities". China, Singapur, Malasia, han puesto en marcha sendas estrategias no sólo para propulsar la educación superior de su población económicamente activa, sino para crear en su propio territorio, universidades de clase mundial. ¿Qué es esto? Casas de estudio a la altura de la transformación científica, tecnológica, y social, que el mundo experimenta hoy en día. Hay que ver lo que ocurre en Harvard en esta mañana en que escribo. A primera vista parece una pequeña aldea con vida pueblerina. Pero cuando uno sigue contemplando, de golpe comienza a notar: estudiantes de todo el mundo, profesores de las disciplinas más sofisticadas, legiones de esos chicos abanderados de escuela que nuestra argentina margina por carecer de las habilidades propias de la "viveza criolla". Aquí, la universidad, desde la tranquilidad del estudio, proyecta al mundo los mayores avances en todas las disciplinas que se nos ocurran.
La situación de la universidad argentina la describo en una presentación posteada anteriormente. Ahora bien, no sólo deberíamos proponernos aumentar la proporción de universitarios en nuestra PEA, cuestión ya de por sí difícil, sino que además, podríamos soñar con generar, en ESTA GENERACIÓN, una universidad de clase mundial. Ahora como Levin muestra en su artículo, esto ocurre pidiendo sabiduría a quienes lo tienen. Y esos sabios de hoy, son los sistemas universitarios sajones de USA y Reino Unido. No hay otra. De la nada es imposible crecer.

viernes, 8 de octubre de 2010

Educación superior y Población Trabajadora en la Argentina

En esta presentación se analiza la poca proporción de Universitarios en nuestra clase trabajadora, y el enorme desafío hacia adelante, ya que la evolución de los estudios universitarios ha sido muy mala en los últimos años.

Determinantes sociales de la salud

Una conferencia sobre los determinantes sociales de la salud en el mundo, y las conclusiones de un estudio sobre las comunas de la Ciudad de Buenos Aires.