Todas las drogas de utilidad medicinal poseen efectos tóxicos potenciales. Algunos de estos efectos dependen de la dosis, y otros ocurren de forma imprevista, incluso a dosis habituales. No existen medicamentos inocuos; y los que existen, no tienen ninguna utilidad clínica. Por ejemplo: uno de los antitéticos más utilizados, el paracetamol, es uno de los principales instrumentos de suicidio entre jóvenes en Europa, porque de ser utilizado en altas dosis (4 a 10 comprimidos podrían alcanzar, según dosis, peso y otras características del paciente), puede causar la muerte por daño del hígado. La aspirina, puede deteriorar la coagulación sanguínea, causar úlcera y sangrado gástrico, simplemente a dosis habituales, ademas de que la sobredosis en infantes puede ser letal. Igual ocurre con todos los antitermicos, y con los antiespasmódicos, para mencionar sólo los más frecuentes.
Existen por lo menos tres razones para oponerse al fallo de la jueza: la primera, es la complejidad que implica el uso de fármacos: Estudios realizados en Estados Unidos y Europa demostraron que casi la mitad de las personas no comprende los prospectos de los medicamentos. Luego parece bastante ilógico que se delegue en personas sin formación profesional el manejo de sustancias que así como benefician, pueden dañar e incluso ser letales.
La segunda, se refiere a los riesgos de la automedicaron. Automedicarse puede ser riesgoso por ocultar un diagnóstico potencialmente fatal, de lo que hay muchos ejemplos, o por usar una medicación inapropiada para el contexto general del paciente, por ejemplo, los analgésicos pueden tener serios efectos renales en pacientes con insuficiencia cardíaca, o cirrosis, entre otras enfermedades, y recordemos que la mitad de los pacientes con estas patologías ignoran que las padecen. Igual podría ocurrir con el uso concomitante de otros remedios o tratamientos.
La tercera causa por la cual los medicamentos deben ser vendidos con un profesional que se responsabilice por la venta, es el control del origen de los medicamentos. Lamentablemente en nuestro país, y los medios han dado sobrada información al respecto, es muy frecuente el robo y la falsificación de fármacos. La venta en locales debidamente monitorizados es crucial para combatir este flagelo.
Por último está el sentido común. Se combate el tabaquismo, se obliga a circular con cinturón de seguridad, se prohibe la venta de alcohol después de ciertas horas, y ¿no se va a controlar la venta masiva de medicamentos?
Ya existe una Ley al respecto, y sobran razones médicas para creer que la venta al público de remedios debe estar debidamente controlada, porque hace a la seguridad del ciudadano.