lunes, 24 de septiembre de 2012

Nivel Educativo de Nuestra Población Económicamente Activa

Es razonable asumir que el máximo nivel educativo alcanzado en el grupo de Argentinos con edades comprendidas entre los 25 y los 49 años de edad (unos 13 millones de compatriotas) representa el nivel educativo medio de nuestra fuerza productiva. Para los 25 años de edad la enorme mayoría habrá completado su formación, y las personas que cuentan casi 50 años de edad todos completaron sus estudios en democracia. Este grupo representa bastante bien el desempeño de nuestro sistema educativo en los últimos 30 años, y por otro lado representa el eje de nuestra capacidad productiva en términos de capital humano.
Pues bien, los datos del censo 2010 son bastante alarmantes. Del total de Argentinos de 25 a 49 años de edad, el 54% tiene secundario incompleto o menos (!). Un 22% de la población únicamente posee secundario completo. Tan solo el 15% completó un terciario o un universitario (8%) de la población. Esta es la "proeza" de nuestros últimos 30 años.




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Universidad e Inequidad, una verdadera tragedia

El censo 2010, comparado con el ceno 2001, permite ver con claridad que la inclusión universitaria no aumentó prácticamente nada en los últimos 10 años. Sigue siendo inferior al 10% de la población de entre 35 y 50 años de edad la proporción de graduados universitarios en la Argentina. El gráfico que se expone a continuación es elocuente. Por otro lado, un progreso tan pobre del indicador en una década señala una tendencia muy mala; esto significa que no tendremos una población económicamente activa con 30% con título universitario ni en dos siglos, como explicaba en el post anterior. 



Por el otro lado, al analizar el nivel de inclusión universitaria de acuerdo al grado de pobreza, de acuerdo a la Encuesta Permanente de Hogares, se puede observar que un joven del decil más rico tiene 10 a 12 veces más probabilidades de ingresar a la universidad que uno proveniente del decil de hogares más pobre. Esto constituye inequidad estructural. 
Es imperioso plantearse una nueva política universitaria que obtenga progresos reales en lo que constituye una de las herramientas más eficientes para redistribuir el ingreso, y el ejercicio efectivo de la autonomía.


domingo, 16 de septiembre de 2012

Inclusión Universitaria y un Censo del Siglo XXIII

Con los datos del Censo 2010 es posible analizar la evolución que ha tenido la inclusión universitaria en nuestro país. Denominamos "inclusión universitaria" al hecho de poseer un título de grado de una casa de estudios superiores. El Censo preguntó en la población de 20 años y más si completó el nivel universitario, y los resultados pueden ser agrupados por  grupo de edad.

























El gráfico muestra que en los diferentes grupos etarios, partiendo de aquellos que contaban en el año 2010 unos 25 años de edad o más, el incremento de la proporción de personas con título universitario se incrementó poco. Esto es una radiografía de la historia de la inclusión universitaria en la Argentina; aumentó un 100% en los últimos 50 años. Esto significa que al ritmo de estas últimas décadas, debemos esperar digamos unos 200 años más para que algo así como 30% de nuestros jóvenes de 30 a 34 años de entonces respondan al Censo del año 2210 que poseen título universitario.

Argentinos entre siete mil millones de personas


Según la oficina de población de las Naciones Unidas, en el mundo ya somos 7.000 millones de personas (Ver 7 billion). El hito posee implicancias para el desarrollo, y la salud es la principal responsable del mismo. Porque pudimos llegar a ser tantos, muriendo menos. En los últimos 60 años los seres humanos pasamos de 48 a 68 años de vida promedio, en gran medida por la reducción fenomenal de la mortalidad infantil que pasó de 152 defunciones en menores de 1 año cada 1.000 nacidos vivos por año, al valor actual (promedio mundial) de 43. Consiguientemente aumentó la cantidad de hijos supervivientes por mujer, hecho que disparó la población. Sin embargo los promedios esconden fuertes desigualdades y tendencias particulares.

Desequilibrio


A partir de este 31 de octubre del año 2011, el 90% de los nuevos nacimientos tendrá lugar en países en desarrollo, especialmente en África. Y esto a pesar de la inaceptablemente elevada mortalidad infantil de ese continente, actualmente de 76 defunciones en menores de 1 año/1.000 nacidos vivos (6 veces superior a la Argentina y 20 veces mayor a la de Europa). La razón de la tendencia es doble; por un lado, las mujeres en África tienen muchos niños, y por el otro, las europeas tienen demasiado poca descendencia (1,6 hijos por mujer en edad fértil). Esto sucede, precisamente en medio de una crisis alimentaria de consecuencias potencialmente devastadoras en ese continente.
Mientras la población de África crece, la población de Europa y China se reduce. El caso chino es digno de mención. Allí nacen 120 varones por cada 100 mujeres, lo que hace que la población femenina se reduzca paulatinamente, deteriorando más aun la ya de por sí magra tasa de fertilidad. Las consecuencias de la caída de fecundidad en Europa y China causa el envejecimiento progresivo de sus respectivas poblaciones, afectando su población trabajadora, el financiamiento de su seguridad social, las necesidades de salud, y en definitiva amenazando el crecimiento económico. En 2 décadas el continente africano, con una edad promedio de 20 años, deberá aportar los jóvenes trabajadores de Europa y China, con poblaciones de 40 a 50 años de edad. Esto sirve para poner en perspectiva la prioridad estratégica que tiene el desarrollo social del continente africano para toda la humanidad.

La Argentina


En esta proeza demográfica nuestro país presenta algunas características interesantes. La primera es un crecimiento poblacional relativamente escaso, tan sólo del 10% en la década. Además, la mitad de los nuevos habitantes está en la Provincia de Buenos Aires, principalmente en el conurbano bonaerense, especialmente en los hogares más carenciados. Con esta tendencia, en 20 años la fuerza laboral de nuestro país, de no cambiar la tendencia, estará compuesta por gente mayoritariamente proveniente de los hogares más pobres, hecho que por sí solo patentiza la necesidad de trabajar con urgencia en el desarrollo social integral de nuestros niños, 40% de los cuales son actualmente y oficialmente pobres.
La segunda peculiaridad de nuestro país en este nuevo ciclo demográfico mundial es su papel en la provisión de alimentos. La Argentina debe aumentar su producción alimentaria para mitigar la casi inevitable inflación de precios de los mismos, causa directa de muertes por hambruna en los países más pobres. Además debe desarrollar políticas activas para evitar la pérdida de alimentos en el acopio y transporte, actualmente estimada en 25% del total producido. Por último, debemos propiciar cambios del patrón de consumo que permitan un uso más eficiente de los alimentos en el hogar, a efectos de evitar su desperdicio, responsable de otra importante pérdida de calorías aptas para consumo.
En síntesis, unos pocos humanos agrupados en este bendito país tendremos una gran misión para el siglo que comienza; contribuir activamente a la alimentación de la humanidad, y desmentir así a Malthus, quien predijera que la Tierra no podría alimentar a tantos habitantes. La historia reciente demuestra que los verdaderos responsables de las hambrunas son la incapacidad y la mezquindad, y no el planeta azul, cuya generosidad parece más bien casi ilimitada.