viernes, 25 de mayo de 2012

Gestión basada en resultados


Uno de los elementos estratégicos para le desarrollo nacional es la planificación. El hábito de planificar, que es denominado por muchos autores como "cultura estratégica", es un modo de toma de decisiones, que actualmente constituye el alma de lo que conocemos como "políticas de Estado". Una política de Estado es tal, si resulta de un cuidado proceso de planificación. Fueron Perón y Fondizi los dos presidentes que con mayor énfasis insistieron en algún tipo de "cultura estratégica" Nacional. El tema nos parece de la mayor relevancia, y es por ello que posteamos un breve resumen del mismo.
Planificación Pública
El Gobierno se haya orientado en dos sentidos paralelos: la identidad, y el cambio. El gobierno se orienta a la identidad creando institucionalidad y con el derecho administrativo como su instrumento propio. De esta forma, manteniendo su identidad, respeta el contrato social que le diera origen. La institucionalidad le permite al gobierno ser siempre el mismo, y conservar las relaciones de poder de la sociedad. Pero el gobierno es, a su vez, promotor del cambio social. Y el gobierno promueve el cambio mediante la formulación de “políticas públicas”, que le permiten crear bienes públicos. Esta acción sobre la sociedad legitima su institucionalidad más allá del pacto originario. Promoviendo el bienestar general el gobierno cumple su misión, con la impronta de su identidad institucional. Las políticas públicas se conciben y ejecutan mediante la “gestión pública”. Una modalidad de gestión pública es la “gestión por resultados”, sub-producto de la “nueva gerencia pública” y los diversos movimientos de reforma y modernización del Estado. Esta nueva visión se inserta en lo que se ha dado en llamar la Nueva Gestión o Administración Pública (New Public Management).
Sintéticamente los elementos sustanciales de la gestión por resultados son, la existencia de un “plan estratégico de gobierno”, en base al cual se definen los “planes operativos” de las áreas, con sus objetivos, indicadores de desempeño, su formulación presupuestaria correspondiente, y un compromiso de gestión asumido por los mandos superiores y medios. La ejecución del plan produce resultados medibles, que permiten evaluar el desempeño de la ejecución del plan, y constituyen un insumo para revisar el proceso de planificación en sí. La Gestión por resultados es un Modelo de administración de los recursos públicos centrada en el cumplimiento de las acciones estratégicas definidas en el plan de gobierno.
La gestión por resultados en la Argentina posee cuando menos tres expresiones legislativas:
1-una en el capítulo II de la Ley 24.629 respecto a la reorganización administrativa. 
2-Otra en la Ley 24.156, la Ley de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público Nacional.
3-Una tercera expresión legislativa es la Ley 25.152 de regulación de la administración de los recursos públicos, en la cual se prescriben una serie de prácticas en cabeza de la Jefatura de Gabinete de Ministros de la Nación, “con la finalidad de avanzar en el proceso de reforma del Estado nacional y aumentar la eficiencia y calidad de la gestión pública.
Es absolutamente pertinente detenerse a analizar este aspecto de la reforma del Estado y de su modernización, porque como escribiera Oscar Oszlak: “La reforma del Estado conlleva la reforma de la sociedad” [Oscar Oszlak. DE MENOR A MEJOR: el desafío de la “segunda” reforma del Estado. Revista Nueva Sociedad, Número 160, Venezuela (1999)]. Luego no estamos hablando de un proceso menor en la evolución de nuestra organización comunitaria.
Objetivos vs. Resultados
Existe una diferencia en los resultados y los objetivos. Luego de la ejecución de un conjunto de acciones planificadas o no, la realidad cambia. Esa nueva realidad producto de la ejecución de las acciones del sistema es lo que propiamente denominamos como "resultado" toda vez que el mismo es expresable en algún tipo o conjunto de indicadores. El objetivo es un resultado específico planificado, prefigurado, y definido con mayor o menor exactitud. La acción del sistema producirá resultados más o menos cercanos al objetivo planteado.

La ejecución de las acciones del sistema crea un "producto", el cual será expresado, gracias a un sistema de medición determinado, como "resultado". El proceso de planificación generó previamente mediante el proceso de concepción del plan, los objetivos.
Existen diversas formas de planificar los resultados, acciones, recursos, sistemas de medición, controles, e instancias de rectificación que someramente caracterizan a cualquier proceso de planificación. Por el otro lado, el análisis estratégico es la herramienta inicial imprescindible para la concepción de planes. El tema que nos ocupa es complejo y extenso, y se ha publicado mucho al respecto. Dejo un vínculo hacia una presentación que tengo sobre el mismo.





martes, 1 de mayo de 2012

Las Probabilidades de un Título Superior


Una forma de medir el grado de inclusión es calcular la proporción de personas en edad de ingresar a la universidad que efectivamente lo consiguen. Las razones para no entrar a la universidad serán muchas, desde la falta de terminalidad de la escuela secundaria hasta la necesidad de trabajar para obtener el sustento. Pero esos factores determinantes constituyen la materia de un análisis ulterior. En principio, la proporción descripta corresponde a una “probabilidad”; y ha de ser interpretada como la posibilidad de una persona en edad adecuada, y dejando el resto de los factores sin cambiar, de acceder a la educación superior.
La probabilidad de una persona de ingresar al sistema universitario puede medirse observando la proporción de personas con algún estudio universitario (completo o incompleto), en relación al tamaño del grupo etario correspondiente. En este sentido, el grupo de 25 a 29 años representa razonablemente a las personas que efectivamente iban a completar un estudio superior, ya lo han hecho, o que si abandonaron la carrera, en su mayoría no van a retomarla nunca más. Luego la proporción de dicho grupo con estudios universitarios completos o incompletos representa la probabilidad actual de una cohorte determinada de individuos, de iniciar los estudios. Esa proporción es del 17% en las personas entre 25 y 29 años de edad al 2001 (Tabla 6). La probabilidad asignada a cada grupo etario permite conocer la probabilidad correspondiente a la década en la cual dicho grupo contaba con 25-29 años de edad.
Conociendo dicha probabilidad es posible hacer una proyección con una tasa de crecimiento que hemos calculado en el 3% por década; esta tasa de crecimiento de la inclusión universitaria de hecho representa el salto más alto entre dos probabilidades reales dadas, entre la de las personas que para el año 2000 contaban 30-39 años, y aquellas con 25 a 29 años. Los resultados se muestran en el gráfico, y como podemos ver, para que la Argentina tenga la misma probabilidad de ingresar al sistema universitario que posee hoy en día un país del primer mundo (repetimos que medimos probabilidad de acceso, no de graduación), faltan todavía 60 a 70 años (esa probabilidad correspondería a la década 2070-2079) (Figura 22).












Continuemos con el ejercicio previo, proyectando el futuro de nuestra educación superior. La situación de los estudios universitarios y terciarios no mejora si se considera la totalidad de la población. Actualmente un 14% de los argentinos de 30 a 40 años de edad posee un título terciario o universitario. Al ritmo que venimos creciendo desde el 1930 tendríamos que esperar al 2090 para alcanzar la proporción que hoy ostentan las primeras economías del mundo (Figura 25).


Ahora bien, dado que en los últimos 10 años el número de alumnos universitarios ha venido aumentando tan poco, y viene retrazado respecto de la cantidad de nuevas personas en edad de seguir los estudios, esta velocidad se estaría desacelerando. Si este es el caso, entonces el horizonte es a más de 80 años vista.