En los últimos 10 años la Argentina redujo su mortalidad infantil un 32%; a razón de 4% por año. Esto significa que para llegar a 3,1 defunciones cada 1.000 nacidos vivos, que es el valor de Francia hoy, tendremos que esperar aproximadamente hasta el año 2041. Sin embargo, las provincias del Norte deberán esperar aún más, probablemente hasta el año 2100 para acercarse a dicho valor (Figura 1).
El imperativo categórico es achicar las distancias que nos separan del mundo desarrollado. Para ello es imprescindible avanzar más rápido. En el caso de la mortalidad infantil, por ejemplo, lograr y sostener una reducción del 10% anual nos pondría en el valor de Francia hoy para el año 2022; y en lugar de 30 pasaríamos a 10 años de atraso (Figura 5).
De no aumentar nuestra velocidad de transformación, llegará el año 2050, el mundo será, ciertamente, otro, y nosotros continuaremos detrás. Para esta nueva generación política, se le impone vivir con los ojos clavados en el futuro. Como escribió Mangabeira, “…vivir para el futuro es vivir en el presente como un ser no determinado del todo por los escenarios presentes…”. Luchar por cambiar nuestro futuro es la forma más genuina de ser mejores “Argentinos de hoy”.
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