El sedentarismo es uno de los problemas más serios de salud para la sociedad moderna. Es claro que los seres humanos hoy en día realizamos mucha menos actividad física que nuestros antepasados, debido a la tecnología y el estilo de vida moderno. Al margen de todos los beneficios derivados del avance, la falta de actividad física afecta negativamente nuestra salud. La única solución al dilema consiste en una profunda modificación de nuestro estilo de vida y la forma en que nos transportamos, para aumentar nuestros niveles de actividad física.
Los Daños del Sedentarismo
Según la Organización Mundial de la Salud, el sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo para la salud en todo el mundo. La falta de actividad física regular aumenta la aterosclerosis y la incidencia de enfermedad coronaria, infarto, hipertensión arterial, y diabetes. Además entre las personas que realizan poca actividad física aumenta la incidencia de colesterol elevado.
El sedentarismo favorece la acumulación de grasa en el abdomen, y deteriora el funcionamiento de algunas hormonas que son fundamentales para manejar el azúcar de la sangre. Además, el sedentarismo hace que el corazón se desentrene y funcione de una forma menos saludable que entre las personas entrenadas.
Beneficios de la Actividad Física
La actividad física regular mejora la salud de las personas y alarga la vida. Disminuye la ocurrencia de infarto de corazón, diabetes, hipertensión arterial, colesterol elevado, y reduce la incidencia de algunos tumores como el cáncer de colon. Por otro lado la actividad física regular es muy saludable para los huesos y mantiene la fuerza muscular y la salud de las articulaciones hasta edades avanzadas. A su vez la realización de deportes grupales mejora la memoria y mantiene la mente en forma hasta edades más avanzadas. La actividad física por lo tanto, retrasa la aparición de demencia y trastornos articulares degenerativos. En las personas más jóvenes también mejora el ánimo y la sensación de bienestar.
Un Profundo Cambio
Uno de los desafíos más importantes para la civilización moderna, es cómo promover la actividad física entre las personas, especialmente entre los habitantes de las ciudades. En general la recomendación de las principales entidades médicas del mundo es realizar media hora diaria de actividad física moderada, como mínimo en el caso de los adultos, y una hora en el de los niños y adolescentes.
Las alternativas para promover este nivel de actividad física son múltiples. La primera consiste en la realización de intensa actividad física en la escuela y luego en la universidad. Deben desarrollarse políticas activas en este sentido. La segunda es la promoción de vida al aire libre, excursiones, y todo tipo de encuentros grupales deportivos. La tercer medida es la promoción del denominado transporte activo, basado en que las personas caminen hacia el trabajo o la escuela, o en su defecto utilicen la bicicleta. Una cuarta medida es la de instalación de gimnasios y otras facilidades deportivas en el área de trabajo. Otra medida importante es la modificación de las pautas dietéticas. Por último, la promoción activa del deporte desde las instancias de control de la salud.
Debemos entender que la promoción de la actividad física es un imperativo para un mundo donde la epidemia que amenaza en el horizonte es la de obesidad, que ya se ha instalado entre los niños. La obesidad y el sedentarismo podrían revertir los beneficios de la salud moderna, reduciendo la expectativa de vida de las personas. El desafío por más deporte es, entonces, un genuino compromiso con la vida.
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