miércoles, 6 de abril de 2011

Un Mítico Mundo de Ancianos


“De los niños nacidos en 1900 en los países avanzados, sólo el 44% viviría más allá de los 65 años. De los que nacen hoy en día, el 88% sobrepasará la edad de 65 años y el 44% vivirá más allá de los 85”.

En el año 1905 el New York Times anunció espantado que el Dr. Sir William Osler, en su última conferencia antes de alejarse de los Estados Unidos, había sosteniendo que el ser humano se volvía totalmente “inútil” luego de los 40 años de edad. Por extraño que parezca, William Osler fue una de las figuras médicas más eminentes de su tiempo y un personaje de inflexión en la historia del arte de curar.
La evolución posterior de los acontecimientos parece haber sido un frenético intento por desmentir al célebre médico. La duración promedio de la vida humana pasó de los 37 años para entonces, a casi 80 hoy en día. Para los países avanzados, de los niños nacidos en 1900 sólo el 44% podía esperar vivir más allá de los 65 años. De los que nacen hoy en día, el 88% sobrepasará la edad de 65 años y el 44% vivirá más allá de los 85. No obstante la sombra de Osler persiste en la idea de que una vida más larga no sería necesariamente mejor. Intentaremos desmentir ahora esta posición.
El envejecimiento poblacional plantea la posibilidad de un mundo poblado por gente anciana, con discapacidades adquiridas por la involución orgánica y mental, y un sistema de salud quebrado por excesivo gasto atribuible a la tercera edad. Una especie de mundo en cámara lenta al ritmo de articulaciones entumecidas, visiones cansadas, y oídos sordos. Un mundo que ratificaría la profecía de Osler. Sin embargo, el futuro será bastante distinto. En realidad espera un mundo poblado por mayores absolutamente activos, más aún, en muchos casos serán ancianos atléticos, y vivaces. La causa está en el profundo cambio de la evolución de la vejez.
La medicina no ha podido prolongar demasiado la edad de muerte natural. La mayoría de los científicos creen que la vida humana tiene un límite inherente propio, aunque no hay acuerdo acerca si el mismo es a los 85 o a los 150 años, y no se cree poder avanzar mucho más allá del mismo. Pero sí, cada vez más, se retrasa con éxito el inicio de enfermedades crónicas y debilitantes como la demencia o la artrosis entre otras. De este modo disminuye progresivamente la cantidad de años vividos con enfermedad, y aumenta la de años saludables. El resultado, gente añosa con excelente estado físico y mental. Un mundo de mayores, pero altamente dinámico.
Una vejez saludable posee no obstante algunos requisitos. Uno de ellos es la educación. Son muchos los estudios que demuestran que a mayor número de años de escolarización, mejor calidad de vida en la ancianidad. La actividad física es otro elemento crucial para mantener la performance, como lo son las actividades sociales y comunitarias. Todos ellos son impensables al margen de una correcta planificación comunitaria, enmarcada en el sistema de salud y otras políticas públicas.
La distancia entre un mundo mítico de ancianos y otro caracterizado por un nuevo perfil humano de gente vital a edades avanzadas, se define en el desarrollo de una sólida política destinada al envejecimiento saludable. Y la ciencia ha identificado una buena parte de los ingredientes fundamentales para la misma. Es imperioso promover el trabajo, la educación, actividad física, compromiso comunitario, y actividades sociales, hasta edades avanzadas. Además, sigue siendo crítico el manejo de los factores de riesgo vascular, y la prevención del cáncer. Pero fundamentalmente debe modificarse la situación institucional en referencia a las personas mayores, para no separarlas del flujo central de la vida comunitaria, porque en realidad ya son la mayor proporción de la sociedad.

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