Según los datos de la encuesta nacional de factores de riesgo del año 2005, en el conurbano bonaerense, por ejemplo, de las personas que siente algún síntoma por el cual consultarían a un médico, un 30% no lo hace por falta de dinero. Como en todo el mundo, no tener dinero es causa suficiente de no ir al médico. Según el Commonwealth Fund, en el 2010 refieren haber tenido serios problemas para consultar al médico o para pagar sus tratamientos, el 3% de los Alemanes, 9% de los Franceses, y 20% de los Norteamericanos. Nuestra situación es claramente peor.
La pregunta fundamental aquí es la causa. Qué factores hacen que una persona no acuda a un profesional, siendo que este es gratis en los hospitales públicos y centros de atención comunitarios de todo el país. Y existen tres respuestas fundamentales; la primera, la precariedad laboral, que hace que una persona con empleo informal carezca de las garantías y accesos que le brinda el empleo en blanco en este sentido. La segunda respuesta, es la falta de infraestructura; muchos estudios han demostrado que la lejanía o falta de transporte son causa de no consulta al médico.
No obstante, la respuesta más preocupante de todas, respecto de la subutilización de servicios médicos, es la falta de educación. En estudios epidemiológicos se ha visto que las mujeres de mejor nivel educativo, independientemente de su poder adquisitivo, tienen 3 veces más chances de hacerse todos los controles del embarazo, y 5 veces más probabilidades de tener su parto atendido por personal idóneo, en comparación con las mujeres que pasaron menos años en la escuela. Esto es a escala mundial. Pero volviendo al conurbano bonaerense, una mujer adulta posee 25% más de probabilidades de tener algún control mamográfico si posee al menos escuela primaria completa que si no completó la educación inicial.
Podríamos continuar sumando ejemplos, y la conclusión sería la misma. La escolarización es al menos tan importante como la provisión de servicios médicos gratuitos para promover la consulta al profesional. El problema no es menor; consideremos que la esperanza de vida al nacer, en los partidos más pobres del conurbano, puede llegar a tan sólo 56 años para los varones, y algo más de 60 años para las mujeres. Por otro lado, más de la mitad de las personas adultas proveniente de los hogares de menores ingresos no completó sus estudios más allá del primario.
Evidentemente la asignación universal por hijo y otras medidas, creemos que indudablemente aumentarán el nivel de escolarización de los sectores más postergados. Sin embargo, debemos promover con urgencia medidas para aumentar la escolarización entre los adultos jóvenes. De lo contrario, el factor educativo comenzará a hacer efecto en nuestra sociedad recién dentro de 35 a 40 años según las estimaciones. Haciendo que los adultos jóvenes recuperen algo de la escolaridad perdida sería muy provechoso para aumentar la velocidad con que estas políticas impacten sobre el bienestar social.
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