miércoles, 20 de abril de 2011

El Cronista Comercial - Salud y seguridad en los hospitales

En esta columna expresamos nuestras ideas acerca de la compleja labor que la Policía Federal ha venido cumpliendo siempre con el sistema de salud de la Ciudad de Buenos Aires.
El Cronista Comercial - Salud y seguridad en los hospitales

domingo, 17 de abril de 2011

Caminata y Bicicleta: transporte activo


El sedentarismo es uno de los problemas más serios de salud para la sociedad moderna. Es claro que los seres humanos hoy en día realizamos mucha menos actividad física que nuestros antepasados, debido a la tecnología y el estilo de vida moderno. Al margen de todos los beneficios derivados del avance, la falta de actividad física afecta negativamente nuestra salud. La única solución al dilema consiste en una profunda modificación de nuestro estilo de vida y la forma en que nos transportamos, para aumentar nuestros niveles de actividad física.
Los Daños del Sedentarismo
Según la Organización Mundial de la Salud, el sedentarismo es uno de los principales factores de riesgo para la salud en todo el mundo. La falta de actividad física regular aumenta la aterosclerosis y la incidencia de enfermedad coronaria, infarto, hipertensión arterial, y diabetes.  Además entre las personas que realizan poca actividad física aumenta la incidencia de colesterol elevado.
El sedentarismo favorece la acumulación de grasa en el abdomen, y deteriora el funcionamiento de algunas hormonas que son fundamentales para manejar el azúcar de la sangre. Además, el sedentarismo hace que el corazón se desentrene y funcione de una forma menos saludable que entre las personas entrenadas.
Beneficios de la Actividad Física
La actividad física regular mejora la salud de las personas y alarga la vida. Disminuye la ocurrencia de infarto de corazón, diabetes, hipertensión arterial, colesterol elevado, y reduce la incidencia de algunos tumores como el cáncer de colon. Por otro lado la actividad física regular es muy saludable para los huesos y mantiene la fuerza muscular y la salud de las articulaciones hasta edades avanzadas. A su vez la realización de deportes grupales mejora la memoria y mantiene la mente en forma hasta edades más avanzadas. La actividad física por lo tanto, retrasa la aparición de demencia y trastornos articulares degenerativos. En las personas más jóvenes también mejora el ánimo y la sensación de bienestar.
Un Profundo Cambio
Uno de los desafíos más importantes para la civilización moderna, es cómo promover la actividad física entre las personas, especialmente entre los habitantes de las ciudades. En general la recomendación de las principales entidades médicas del mundo es realizar media hora diaria de actividad física moderada, como mínimo en el caso de los adultos, y una hora en el de los niños y adolescentes.
Las alternativas para promover este nivel de actividad física son múltiples. La primera consiste en la realización de intensa actividad física en la escuela y luego en la universidad. Deben desarrollarse políticas activas en este sentido. La segunda es la promoción de vida al aire libre, excursiones, y todo tipo de encuentros grupales deportivos. La tercer medida es la promoción del denominado transporte activo, basado en que las personas caminen hacia el trabajo o la escuela, o en su defecto utilicen la bicicleta. Una cuarta medida es la de instalación de gimnasios y otras facilidades deportivas en el área de trabajo. Otra medida importante es la modificación de las pautas dietéticas. Por último, la promoción activa del deporte desde las instancias de control de la salud.
Debemos entender que la promoción de la actividad física es un imperativo para un mundo donde la epidemia que amenaza en el horizonte es la de obesidad, que ya se ha instalado entre los niños. La obesidad y el sedentarismo podrían revertir los beneficios de la salud moderna, reduciendo la expectativa de vida de las personas. El desafío por más deporte es, entonces, un genuino compromiso con la vida.

miércoles, 6 de abril de 2011

Un Mítico Mundo de Ancianos


“De los niños nacidos en 1900 en los países avanzados, sólo el 44% viviría más allá de los 65 años. De los que nacen hoy en día, el 88% sobrepasará la edad de 65 años y el 44% vivirá más allá de los 85”.

En el año 1905 el New York Times anunció espantado que el Dr. Sir William Osler, en su última conferencia antes de alejarse de los Estados Unidos, había sosteniendo que el ser humano se volvía totalmente “inútil” luego de los 40 años de edad. Por extraño que parezca, William Osler fue una de las figuras médicas más eminentes de su tiempo y un personaje de inflexión en la historia del arte de curar.
La evolución posterior de los acontecimientos parece haber sido un frenético intento por desmentir al célebre médico. La duración promedio de la vida humana pasó de los 37 años para entonces, a casi 80 hoy en día. Para los países avanzados, de los niños nacidos en 1900 sólo el 44% podía esperar vivir más allá de los 65 años. De los que nacen hoy en día, el 88% sobrepasará la edad de 65 años y el 44% vivirá más allá de los 85. No obstante la sombra de Osler persiste en la idea de que una vida más larga no sería necesariamente mejor. Intentaremos desmentir ahora esta posición.
El envejecimiento poblacional plantea la posibilidad de un mundo poblado por gente anciana, con discapacidades adquiridas por la involución orgánica y mental, y un sistema de salud quebrado por excesivo gasto atribuible a la tercera edad. Una especie de mundo en cámara lenta al ritmo de articulaciones entumecidas, visiones cansadas, y oídos sordos. Un mundo que ratificaría la profecía de Osler. Sin embargo, el futuro será bastante distinto. En realidad espera un mundo poblado por mayores absolutamente activos, más aún, en muchos casos serán ancianos atléticos, y vivaces. La causa está en el profundo cambio de la evolución de la vejez.
La medicina no ha podido prolongar demasiado la edad de muerte natural. La mayoría de los científicos creen que la vida humana tiene un límite inherente propio, aunque no hay acuerdo acerca si el mismo es a los 85 o a los 150 años, y no se cree poder avanzar mucho más allá del mismo. Pero sí, cada vez más, se retrasa con éxito el inicio de enfermedades crónicas y debilitantes como la demencia o la artrosis entre otras. De este modo disminuye progresivamente la cantidad de años vividos con enfermedad, y aumenta la de años saludables. El resultado, gente añosa con excelente estado físico y mental. Un mundo de mayores, pero altamente dinámico.
Una vejez saludable posee no obstante algunos requisitos. Uno de ellos es la educación. Son muchos los estudios que demuestran que a mayor número de años de escolarización, mejor calidad de vida en la ancianidad. La actividad física es otro elemento crucial para mantener la performance, como lo son las actividades sociales y comunitarias. Todos ellos son impensables al margen de una correcta planificación comunitaria, enmarcada en el sistema de salud y otras políticas públicas.
La distancia entre un mundo mítico de ancianos y otro caracterizado por un nuevo perfil humano de gente vital a edades avanzadas, se define en el desarrollo de una sólida política destinada al envejecimiento saludable. Y la ciencia ha identificado una buena parte de los ingredientes fundamentales para la misma. Es imperioso promover el trabajo, la educación, actividad física, compromiso comunitario, y actividades sociales, hasta edades avanzadas. Además, sigue siendo crítico el manejo de los factores de riesgo vascular, y la prevención del cáncer. Pero fundamentalmente debe modificarse la situación institucional en referencia a las personas mayores, para no separarlas del flujo central de la vida comunitaria, porque en realidad ya son la mayor proporción de la sociedad.