domingo, 22 de mayo de 2011

Cambio Demográfico y Agenda de Desarrollo en la Argentina

Habiendo nacido ya gran parte de sus protagonistas, podemos anticipar dos regímenes demográficos diferentes para el mundo del año 2030. Un régimen caracterizado por aumento de la edad del ciudadano promedio (falta de niños), socialmente desarrollado, y con baja fertilidad. El otro régimen, de ciudadanos jóvenes (abundancia de niños y adolescentes), bajo desarrollo social, y alta fertilidad. Ambos funcionan como dos poblaciones, la primera controla actualmente el mundo desarrollado, pero se extingue; la otra aumenta y heredará esa sociedad compleja propia del desarrollo. El paso de comando promete inestabilidad. Además, la transición ocurre junto a otra tendencia más revolucionaria aún: la urbanización. La Ciudad de Buenos Aires resulta un prototipo del proceso, y su análisis resulta decisivo para la próxima agenda de desarrollo nacional.
El Mundo Envejece
En 40 años se duplicará la proporción de personas mayores de 60 años en el mundo. Primeramente, por la caída de la fertilidad (cada mujer tiene a lo largo de su vida menos de dos hijos, luego no reemplaza a la pareja progenitora); además, la vida a edades avanzadas se prolonga. Los países desarrollados de Europa Central, el Commonwealth, y Asia del Este, presentan tasas de fertilidad total por debajo del nivel de reposición (2,1 hijo por mujer); América Latina se ubica en el límite de este valor (2,4). Contrariamente el sur de Asia y toda África, con tasas de fertilidad de 3 a 5,5 hijos/mujer, crecen poblacionalmente. En las sociedades avanzadas, además, la proporción de personas que viven sus últimos 15 años de vida no deja de reducirse. Y como la esperanza de vida se hereda únicamente en un 20 a 25%, estando el resto fuertemente determinado por factores socio-económicos, se entiende que la mortalidad de los adultos aumente en los países pobres de África y Asia del Sur.

El mundo se urbaniza

A partir del año 2006 la mitad de los humanos vivimos en ciudades. La urbanización crece a un promedio mundial de 1,5% por año, aunque Shanghái, Lagos, o Maracaibo, lo hacen entre el 4 y 6%. El fenómeno de la urbanización es imparable, y fomenta las migraciones en una forma nunca vista en la historia, hecho que promueve aún más la globalización. Para el 2030, siete de cada 10 seres humanos será citadino.
La urbanización progresiva aumenta los niveles de riqueza de los países, a pesar de contrastes como el de África y Asia, con urbanizaciones parecidas y niveles de desarrollo muy diferentes. De todas maneras, el 75% de los pobres en países subdesarrollados vive en zonas rurales, excepción hecha de América Latina, con el 60% de su pobreza urbana. La urbanización crea una geografía de las desigualdades, con áreas de pobreza y marginalidad junto a otras más aventajadas, con variaciones de mortalidad de hasta 10 veces entre una y otra. Las villas son sectores con carencia de servicios básicos, construcciones precarias, hacinamiento, asentamiento insalubres, propiedad insegura e irregular, y exclusión social. En el 2007 unos mil millones de personas vivían en villas, cifra que llegará a los mil cuatrocientos millones para el 2030.
Pero en las ciudades ocurre algo mucho más extraordinario para la historia del hombre. Allí tienen lugar experiencias innovadoras en materia de formas de vida, cultura, y comunicación. Esto genera una singular vitalidad, que suscita grupos de identidad por fuera del orden tradicional, enfrentamientos de clase, y la inestabilidad propia de la  “demografía de la discordia”. La relevancia geopolítica de las ciudades crece entonces con rapidez y por fuera de las Naciones, y aparecen estrategias internacionales de posicionamiento, alianzas entre ciudades, actividad diplomática propia.

“Paz geriátrica” y población en conflicto

En el interior de las sociedades envejecidas disminuyen los trabajadores, la economía desacelera, y el sistema de bienestar quiebra. Dado que 50% del crecimiento del PBI se ha debido a expansión demográfica y el resto a productividad, el proceso hará que la Unión Europea y Japón pierdan un 0.4% a 0.7% anual de su economía, y de 12 a 41% de sus trabajadores, arrastrando demanda de bienes y rentabilidad general. Además, para el 2040 los gastos de los ancianos requerirían 12% adicional del PBI actual típico de un país desarrollado, y crecerá la población discapacitada por efectos de la vejez.
Las sociedades con alto crecimiento demográfico poseen masas de jóvenes con escasa instrucción, alto desempleo, y pobreza. También son países políticamente débiles. Sin embargo aportarán la mayoría de los trabajadores. Durante los próximos 50 años la mitad de los nuevos trabajadores del globo nacerán en África y Pakistán, e inevitablemente migrarán hacia zonas desarrolladas, disminuyendo la calificación general de la población activa y su productividad. Además, la convivencia de grupos de edades y dinámicas socioeconómicas diferentes agudizará el conflicto.
Por la evolución demográfica global habrá países envejecidos y jóvenes. Desde 1995, dieciséis de los Estados más jóvenes de la tierra sufrieron conflictos domésticos serios. Además, el radicalismo islámico florece especialmente en Palestina (edad media: 16.8 años –año 2000-), Arabia Saudita (18.8), Afganistán (18.1), Irak (18.8), y Pakistán (18.9), donde el ciudadano medio es adolescente. Por el contrario, países como Japón, España, Alemania, o Italia, con edades superiores a los 50 años, perderán mucha de su iniciativa transformadora. El mundo entrará en la “Paz Geriátrica” descripta por Michael Hass, tipificada por potencias con ideas conservadoras del orden global. Y la urbanización agravará la conflictividad a causa de diferencias generacionales y socioeconómicas, flujo de inmigrantes y refugiados, y el surgimiento de una juventud ciudadana revolucionaria. A su vez el crecimiento demográfico diferencial podría seguir patrones étnicos o de clase, agravando la presión de un grupo sobre otro.

Envejecimiento y Urbanización en la Argentina

La Argentina crece poco. Entre el 2001 (36.260.130 Hab.) y 2010 (40.091.359 Hab.) se sumaron 3.831.229 nuevos habitantes. Asimismo nuestro país, aunque lejos de lo observado en Europa o Asia, envejece. Uno de cada cinco Argentinos será mayor de 64 años para el año 2050. Entonces, con poco más de 50 millones de habitantes, contaremos casi 10 millones de mayores. En el año 1995 nuestra población de personas menores de 5 años pasó a ser inferior a la de mayores de 64 años. Y entre el 2008 y el 2040 la población mayor de 65 años crecerá un 89% en la Argentina, comparado con un 49% para Italia y un 225% para Brasil. La edad media de nuestra población es 32 años, similar a Chile, una de las más altas de América Latina. Finalmente la Argentina se urbaniza. En el año 2001 nuestra población urbana formal crecía al 1%/año contra un 2% para la población en villas, donde habitan hoy el 26% de nuestras familias.

El caso especial de la Ciudad de Buenos Aires

Sin embargo, estas tendencias se distribuyen siguiendo el patrón descripto inicialmente de poblaciones de bajo crecimiento, envejecimiento, y desarrollo, versus poblaciones de alto crecimiento, juventud, y pobreza. Según datos del Censo 2010 la Ciudad de Buenos Aires creció un 4% en la década, contra 10,6% del total del país. En 10 años sumamos 115.000 nuevos porteños, cuando a tasas mundiales deberían ser 300.000. La Ciudad de Buenos Aires creció al 0,45% anual, bastante menos que San Pablo (1,3% por año), Sídney (0,77%), o Viena (1%). Sin embargo, hay indicios ciertos de que el sur de la ciudad, sí crece, y es más joven que su zona norte. La Comuna 8 (Soldati, Lugano, y Riachuelo) creció 14,26% en la década pasando de 161.642 habitantes en 2001 a 184.820 en el 2010, a una tasa del 1,5% anual, tres veces más rápido que el promedio. Recoleta en cambio perdió unos 2.000 habitantes pasando de 160.978 habitantes en 2001, a 158.103 habitantes en 2010. Además, en la Ciudad de Buenos Aires la mujer promedio en las poblaciones de las villas tendrá de 4 a 5 hijos  mientras que la fertilidad del resto de la Ciudad es 1,8 o incluso menor.
Las consecuencias de este proceso de dos velocidades son claras. En pocos años la mayoría de los jóvenes nacidos en la Capital provendrá de su zona sur, hecho que cambia drásticamente las perspectivas de planificación. Porque la zona sur de la ciudad proveerá la fuerza productiva del futuro, pero tiene una esperanza de vida 10 a 11 años menor que en Palermo. Además, el 66% de los adultos de Recoleta completó 14 años de estudio o más, contra 13% en la Comuna 8. Finalmente, sus habitantes viven en la cuenca del Riachuelo, privilegio que comparten con 1 de cada 6 Argentinos.
Trayendo las tendencias globales a lo descripto localmente, en un futuro cercano, para sostener la producción de bienes y servicios de la ciudad deberá aumentar la inmigración, los traslados desde el conurbano, ambas cosas, o caerá la economía. Por idénticas razones, una ciudad que crece poco vuelve impagables sus gastos sociales, debido a la disminución relativa del número de aportantes. Si bien el tamaño ideal de las ciudades es motivo de controversia mundial en estos días, no caben dudas de que las urbes pujantes, invariablemente aumentan fuertemente su población.

Demografía y agenda para el desarrollo

De lo analizado concluimos que la población Argentina crece muy poco; al ritmo actual aún faltan 30 años para el “país de 50 millones de habitantes” que planeó la Generación del 80’. Y la Ciudad de Buenos Aires, encabeza la tendencia, y desde el punto de vista demográfico se divide en dos. Una zona norte de crecimiento negativo y envejeciendo, mejor nivel adquisitivo y calificación laboral, y una zona sur joven y en expansión, pero con serias carencias sociales. Consecuentemente la fuerza laboral del futuro cercano transcurre su infancia bajo privaciones fuertemente condicionantes de su futuro.
A esta tendencia se suma el Gran Buenos Aires, que representa el 31% (1.225.845 Hab.)  de todos los nuevos Argentinos de la última década. Los 24 partidos del conurbano pasaron de 8.684.437 habitantes en 2001 a 9.910.282 en 2010. El resto de la Provincia de Buenos Aires sumó 541.380 personas más, Córdoba 300.000 aproximadamente, Santa Fe 200.000, y ningún otro distrito añadió más de 200.000 habitantes entre crecimiento vegetativo y migraciones. Los 24 partidos del conurbano bonaerense pasaron del 23% al 24% de la población Argentina. Y dado que esos municipios acumulan las mayores necesidades sociales, el fenómeno de las dos velocidades es reproducible para la totalidad de nuestro territorio.
El eje demográfico del país pasa por la ciudad de Buenos Aires, especialmente su zona sur, y el Conurbano bonaerense. Este conglomerado de 15 millones de persona representa más de un tercio de la población del país, la mayoría de su juventud, y nuestra oportunidad de crecimiento demográfico. Luego es imperioso planificar su desarrollo porque nuestro futuro poblacional está en juego. El peor escenario para el crecimiento urbano es la anarquía. Para ello, los expertos recomiendan la creación de un “equipo de planificación urbana” dedicado a integrar políticas hacia una forma coherente que redunde en una mayor organización de la vida común. El cuidado del ya degradado medioambiente de dicho territorio, la extensión de un sistema metropolitano de transportes, salud, y educación, políticas integradas de seguridad, y el desarrollo económico sostenible, son puntos que deberán ser abordados integradamente.

La Argentina, antes que territorio, es gente; es nuestro pueblo. Este crece especialmente en los sectores más necesitados, en torno de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires. Indefectiblemente, en los rostros de los niños y jóvenes de sus calles pobres es donde se juega nuestro destino. Como dijo Vladimir Putin a la asamblea de la Federación Rusa en el año 2006, no hablamos de otra cosa sino “…del amor, las mujeres, y los niños…”; que eso es precisamente “…el problema demográfico”.

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