martes, 10 de mayo de 2011

Política y Organización


Para Aristóteles la comunidad humana encuentra dos fundamentos: el placer, y los beneficios de la cooperación. Cuando el griego define a lo político dice dos cosas centrales. La primera, que “…el hombre es por naturaleza un animal político, y, por eso, aun sin tener necesidad de ayuda recíproca, los hombres tienden a la convivencia”[1]. Es decir que lo político es una característica propia de un conjunto de acciones que sólo surgen de la convivencia en comunidad, y el hombre tiende a esto naturalmente, por el simple hecho de ser hombre. Preferimos vivir juntos por una especie de placer encontrado en la convivencia. Los hombres “…se reúnen por el mero vivir, y constituyen la comunidad política”, concluye el autor. Lo segundo que dice Aristóteles es que a los hombres, “…también la utilidad común los une, en la medida en que a cada uno le impulsa la participación en el bienestar”. Vale decir que los hombres forman comunidades porque esto es mejor a los efectos de conseguir todo aquello relacionado con una vida feliz; el máximo bien se obtiene por la cooperación, luego se busca vivir en comunidades.
El centro del cual surgen ambas acciones, placer de la convivencia y búsqueda de cooperación, es la “politicidad” humana. Me parece interesante avanzar entonces sobre una definición de “politicidad”, entendiendo esta como aquella característica inherente al hombre según la cual tiende a actualizar acciones políticas, así como la sexualidad es el núcleo desde el cual un individuo expresa acciones sexuales, la corporeidad, el eje desde donde emanan acciones corporales, o la “religiosidad”, resulta la propiedad de un ser capaz de actos religiosos.
Hasta aquí el intento de definición podría parecer tautológico; pero en realidad, las acciones políticas fueron reunidas en los conceptos de placer por la convivencia y búsqueda de cooperación, luego la politicidad no es otra cosa sino el origen de ambas en sus aspectos grupales. Las acciones políticas son todas aquellas tendientes a cooperar y a convivir (en el sentido del placer de estar juntos); presuponen entonces un grupo, tienen lugar exclusivamente en el seno de un conjunto de seres humanos, y determinan una cierta unidad, una cierta coordinación, un comportamiento particular del conjunto humano, que se conoce con el nombre de “comunidad”. Y la comunidad es un conjunto de individuos organizados; en el caso del hombre, organizados para conseguir los beneficios de la convivencia, la felicidad, y de la cooperación, el bienestar. La politicidad humana es esa característica propia que hace que tendamos a cooperar para conseguir nuestros fines, y a convivir en aras de ser felices.

Desde ambos puntos de vista entonces, tanto desde la perspectiva de la convivencia placentera como desde la cooperación, la política es la organización de la vida colectiva en torno a la consecución de ese bien fundamental genéricamente denominado felicidad humana. Felicidad que surge del simple convivir, como hemos dicho, del placer de estar juntos, y del cooperar, del acto colectivo destinado a conseguir un bienestar inalcanzable mediante iniciativas individuales aisladas, pero imprescindible para la plenitud de la vida. En esta organización del colectivo humano en torno de ambos fines descriptos reside la esencia de la politicidad humana.

Qué es organizar

Ahora bien, organizar significa sacar de acciones diversas ejercidas por agentes individuales diversos, un resultado propio de la agrupación y distinto de los resultados de las acciones particulares tomadas separadamente. Retomando entonces lo dicho antes acerca de la politicidad, la política, actuar políticamente, hacer política, será algo así como desplegar o actualizar una serie de acciones vinculadas a la toma de decisiones que los hombres hacen, y que son capaces de generar en los individuos del grupo una serie de actos particulares que redundan en un fin colectivo propio del conjunto, y distinto de los efectos de cada acción individual aislada. Este resultado comunitario es el motivo de la misma vida colectiva organizada, y no persigue otra cosa que la felicidad humana, la cual necesita de la acción comunitaria en virtud del placer de la convivencia, y por las propiedades únicas de la cooperación a la hora de propiciar el bienestar (hay bienes que sólo se obtienen a través del esfuerzo conjunto organizado).

Política es organización de hombres libres

Pero a su vez hay un elemento diferenciador en las comunidades humanas que hace que, contrariamente a los otros colectivos animales, determine el nacimiento de lo político. Este elemento diferenciador es la libertad. Expresa Aristóteles que “…el gobierno político es sobre hombres libres e iguales…”[2], para diferenciarlo del gobierno despótico, que es el ejercido sobre inferiores y sometidos. Si los individuos a organizar son libres, entonces el esfuerzo organizacional, tanto para convivir en paz como para cooperar para el bien, se denomina político. Luego la política es la actividad humana tendiente a organizar una comunidad que se somete a un tipo especial de comando o principio organizador, diferente de la simple fuerza, o de la acción y reacción; este principio organizador es un elemento nuevo y distinto: lo político. Lo propio del mando político sobre el subordinado es que éste último interioriza el mandato; vale decir, advierte la intencionalidad del mismo en orden a su propio fin de felicidad. Y en consecuencia obedece. Por ello no se trata de una imposición liza y llana. Y dado que las acciones se especifican por sus fines, así entendemos que es cortar porque concebimos que sea algo cortado, un grupo humano de seres libres orientado a la consecución de sus fines de convivencia placentera y cooperación permite comprender la naturaleza de la acción política. Llámase “política” a toda acción ejercida por un ser humano, tendiente a colaborar de una u otra forma dentro de un grupo de individuos libres, para que convivan placenteramente y consigan la felicidad por la cooperación.

Hay jerarquías de organización

Estas acciones políticas poseen niveles de subordinado, como votar o pagar impuestos, y otros de comando, como legislar o impartir justicia. Pero en ambos casos se trata de acciones orientadas al mismo fin comunitario: la felicidad, surgida de la convivencia y de la cooperación; luego en ambos casos se trata de acciones políticas. La jerarquía en realidad viene dada por una cuestión de magnitud: cuánto afectan las acciones políticas de un individuo determinado a la organización colectiva; y de calidad: no es lo mismo guiar, ordenar, que seguir, y obedecer. En este interjuego de actores con diferente posición relativa respecto de la organización social, las acciones políticas poseen diferentes tipos: conquista del poder, contienda electoral, mantenimiento del orden público, lealtad al superior político o a las propias ideas de organización, debate de asuntos públicos, cooperación con el orden ciudadano, defensa de la libertad individual y colectiva, y muchas otras.
Nótese que no hemos hablado hasta aquí de “bien” y “mal”, y no lo haremos por ahora. Nos hemos referido a “felicidad”, un término suficientemente amplio como para que se lo entienda dotado de elementos objetivos (bienes exteriores, salud, educación), en una concepción clásica, o bien como una experiencia enteramente subjetiva (satisfacción). A esta altura del debate no hacen falta mayores precisiones. Sea como sea, la necesaria vinculación al todo comunitario nos libra de por sí de los excesos con que un individualismo desbordado pudiera querer entender los términos de “su propia felicidad”. Aquí se habla de felicidad comunitaria; y en este contexto siempre hay una referencia objetiva, que si no se quiere aceptar provenga de la “naturaleza humana”, al menos habrá que aceptar como impuesta por la “felicidad del otro”.

Conclusión

Los seres humanos vivimos juntos porque lo deseamos (placer de la convivencia), y porque nos conviene (beneficios de la cooperación). La procuración de ambas finalidades transforma a un conjunto en una comunidad. Ambas finalidades surgen de la coordinación de acciones individuales en el todo colectivo; esta coordinación es aquello que se denomina “organización”. El elemento diferenciador de la comunidad es que cada individuo es “libre”, con lo cual la pauta organizacional conlleva necesariamente un principio de asentimiento por parte del individuo. Además, la organización define jerarquías vinculadas a aspectos cuali-cuantitativos de las acciones individuales en relación al todo. El despliegue de esta compleja actividad se origina en la politicidad humana, y constituye propiamente, todo el rico arco de las acciones denominadas “política”.


[1] Aristóteles, Política, III, 6, 3 (1278b). García-Valdéz, Manuela (trad.). Madrid 1994, Gredos
[2] Aristóteles, Política, I, 7, 2 (1255b). García-Valdéz, Manuela (trad.). Madrid 1994, Gredos

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