Mucho se ha escrito acerca de la influencia que tiene la escolarización sobre la salud de las personas. El caso de la salud materno-infantil es de particular relevancia. Si bien ha sido consistentemente demostrado que el nivel educativo de las mujeres repercute fuertemente sobre la mortalidad infantil, las causas no han sido aclaradas aún.
Educación materna y mortalidad infantil
Gran parte de la mortalidad infantil depende de la educación materna[1]. Un estudio recientemente publicado con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates[2] en el cual se comprueba para 175 países, la Argentina incluida, que el nivel educativo de las mujeres explica la mitad de la mortalidad en niños menores de 5 años de edad. La otra mitad se debe a pobreza, disponibilidad de servicios médicos, y enfermedades prevalentes. Además, cada año que se incrementa la escolaridad promedio de las mujeres en edad fértil, la mortalidad en niños menores de 5 años se reduce un 10% (Figura 1).
Este trabajo confirma hallazgos de un sinnúmero de estudios previos en los cuales se observó un fenómeno muy parecido.
Educación materna y embarazo saludable
Un estudio recientemente publicado[1] demuestra las mujeres utilizan los servicios de salud indispensables para la reducción de la mortalidad infantil, en estricta relación con su situación socioeconómica. Se han definido las tres “E” de la salud materna, como “economía”, “educación”, y “empoderamiento”. El citado trabajo demuestra que la tasa de visitas prenatales al obstetra (Figura 2), o la atención del parto por personal debidamente entrenado (Figura 3), varían según las mujeres se ubiquen en el quintilo de mayor o menor ingreso, nivel educativo, o nivel de empoderamiento (autonomía, capacidad de decisión, y otros parámetros).
Este problema de las influencias del nivel educativo sobre la mortalidad infantil cobra enorme relevancia en nuestro país, debido a que según datos de la Encuesta Permanente de Hogares, 34,3% de las mujeres tiene escuela primaria o menos, y el 64% de las argentinas, según el Censo 2001, no completó sus estudios más allá de un secundario incompleto (Figura 4). En el interior del país la situación educativa de la mujer es peor aún. Poseen menos estudios que un secundario el 73% de las mujeres en Formosa y el 76% de las de misiones.
En este contexto, si bien no resulta sencillo medir la relación entre nivel educativo y utilización de los servicios de salud, analizando los datos provistos por la encuesta nacional de factores de riesgo del año 2005, se observa, para las mujeres del conurbano bonaerense, que la proporción de ellas que alguna vez se realizó una mamografía es menor cuando se trata de alguien que tiene menos que un primario completo, en comparación con mujeres con primario completo o más (Figura 5).
Esta diferencia en la utilización de una práctica de salud tan esencial para la mujer adulta como ser la realización de al menos una mamografía en la vida, muestra claramente que el nivel educativo posee influencias en la utilización de los servicios de salud en el caso de las mujeres.
Como conclusión, se puede decir que aumentar el nivel educativo de las mujeres constituye una medida probadamente efectiva para aumentar la utilización de los servicios médicos para la mujer, y que ha demostrado reducir la mortalidad infantil.
[1] Ahmed S, Creanga AA, Gillespie DG, Tsui AO (2010) Economic Status, Education and Empowerment: Implications for Maternal Health Service Utilization in Developing Countries. PLoS ONE, 5(6): e11190.
[1] John C. Caldwell. Mortality in relation to economic development. Bulletin of the World Health Organization 2003, 81 (11)
[2] Emmanuela Gakidou, Krycia Cowling, Rafael Lozano, Christopher J L Murray. Increased educational attainment and its effect on child mortality in 175 countries between 1970 and 2009: a systematic analysis. Lancet 2010; 376: 959–74
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